Un buen café {Kristen}

La tarde estaba pasando tan normal y monótona como siempre. Ya no tenía nada pendiente, nada de qué preocuparme como para tener que salir corriendo de mi casa a algún set de grabación. Las cosas volvía a la normalidad. Era en momentos como este cuando agradecía ser mayor de edad y responsable de mis actos, así podía salir a donde quisiera, a la hora que se me antojara y con quien deseara. Aunque "con quién deseara" se reducía a una sola persona. La misma chica que había conocido unos años atrás, de la que fui fan alguna vez y de la que seguía siendo todo un ejemplo a seguir: Kristen.

Desde que la conocía, mi vida se había vuelto mejor. Hasta puedo jurar que me convertí en un mejor ser humano, ella era diferente de todas mis antiguas citas, con ella nunca pasaba un mal momento, adoraba esa forma posesiva de mirarme y cuando sus labios se encontraban con los míos. Simplemente excepcional. Kristen era todo lo que yo necesitaba para ser feliz. ¿Qué más podía pedir?

Le había llamado unas horas atrás, casi al amanecer, sólo para escuchar su voz y saber que se encontraba bien. A veces me sentía como un acosador, llamándola cada vez que sentía la necesidad de saber de ella, pero no se trataba de eso, sólo era que estaba enamorado y algo dentro de mí me pedía a gritos que le buscara. Luego de saber que sus sueños habían sido tranquilos y de escucharla maldecir por lo bajo cuando su pie golpeó contra la cama, reí. La invité a salir y ella accedió.

Llegué a Starbucks hace unos segundos, escondido discretamente bajo las gafas oscuras. Ella aún no llega, pero no me molesta, de hecho creo que adoro su impuntualidad.

Desde que habíamos acabado las grabaciones de la última parte de Amanecer las cosas habían estado un poco mas tranquilas, tanto así que en ocasiones las tardes se ponían bastante monótonas y el plan de quedarme en mi casa viendo películas ya me estaba aburriendo bastante, ya había perdido la cuenta de cuantas películas había visto en las ultimas semanas. Sin embargo hoy era diferente hoy había amanecido de muy buen humor y todo gracias a Robert, solté un pequeño suspiro cuando su rostro se dibujo en mi mente. En las horas del amanecer había recibido una llamada por su parte y aunque fuera extraño, no había logrado conciliar el sueño de manera tranquila solo hasta que escuche su voz. Era como si el fuese esa tranquilidad que necesitaba en momentos para hacer las mas mínimas cosas. Y aunque mucha gente creyera que me molestaba ese tipo de actos a tales horas de la mañana a mi se me antojaba realmente especial, nunca había estado con nadie que tuviera esos detalles tan especiales para conmigo y me hiciera sentir tan bien estando a su lado. Y es que desde la primera vez que lo vi sentí cierta empatía con él, el estar a su lado trabajando o haciendo cualquier otra cosa me hacia sentir muy a gusto.

Me pase una vez mas la mano por el cabello que como de costumbre se encontraba para todos los lados posibles y salí de la casa apresurada, me fije un momento en la hora que era y eche a correr escalera abajo, como era habito en mi ya iba tarde a encontrarme con él, tenia que dejar de ser tan impuntual en ciertos aspectos. Sabia que tal vez un Starbucks no era el mejor lugar para pasar desapercibidos pero en este momento no me interesaba, ansiaba volver a ver a Robert donde fuera.
Me acomode las gafas oscuras cuando estuve a unos cuantos metros del lugar y apure el paso reconociendo la figura de mi novio a través del ventanal del lugar. Entre intentando no llamar mucho la atención y al parecer lo había conseguido, nadie se había levantado aun o hecho cualquier otra cosa que nos pudiera identificar. Me acerque con un paso tal vez mas apurado de lo necesario y sonreí cuando estuve de pie enfrente suyo.

-Perdóname la tardanza, no me fije en la hora –dije mordiéndome el labio avergonzada y con una sonrisa bastante inocente en el rostro.

Las gafas oscuras no ayudaron demasiado pues no faltó quien se dio cuenta de quién era y se acercó con la intención de algo que a simple vista yo no era capaz de adivinar. Un par de chicas se acercó a la mesa en la que me encontraba y, con sonrisas enormes que mostraban sus aparatos de ortodoncia y sus manos revolviéndose se atrevieron a preguntarme quién era.
—Disculpa, ¿eres Rob Patt?—dijo una de ellas, la rubia más alta que parecía tener un ataque de ansiedad.
¿Rob Patt? ¿Así era como me llamaban? Vaya, de seguro tenía que agradecerle a una revista de esas que publican mil y una mentiras sobre mí el dichoso seudónimo. Le sonreí a las chicas sin quitarme las gafas, la verdad es que no quería ser grosero pero tampoco me apetecía responder a las preguntas que seguramente ellas tendrían por lanzar, y como bien sabía, gracias a la experiencia, que ellas no sólo se habían acercado para quitarse la duda, mejor era usar una de las tantas excusas y mentiras que había utilizado antes en diversos sitios.
—Me temo que no. Mi madre siempre me dice que me parezco a él, pero no. Lamento la desilusión, chicas — pronuncié, casi creyéndolo yo mismo. Era un mentiroso, un gran mentiroso, pero bueno, todo tenía una causa.

Al parecer mi mentira salió mejor de lo que esperaba pues las chicas volvieron a sus lugares luego de disculparse, con caras de desilusión que casi provocan que me arrepintiera.

Unos minutos más tarde, la voz conocida de Kristen me sacó de mis pensamientos, aunque tampoco era como si estuviera pensando en algo en concreto, sólo estaba ahí jugando con el móvil, mismo que devolví al bolsillo de mi pantalón cuando ella estuvo frente a mí. Me puse de pie con esa sonrisa tan propia que ella provocaba en mí y la abracé como si hubiese pasado siglos desde nuestro último encuentro. —Descuida, amor. Pero no me dejes solo tanto tiempo, casi me raptan — bromeé. Dejé de abrazarla para pasar a algo mucho mejor, besar sus labios. Me quedé hasta casi hacer el beso eterno, no como en las películas en las que habíamos trabajado juntos, no tan platónicos como en los cuentos de princesas y esas cosas; ese fue un beso real, uno que le decía lo enamorado que estaba de ella.

Unos segundos o minutos después, me separé y acomodé un mechón rebelde detrás de su oreja. Me quedé en sus ojos y después moví la silla para que ella la tomara —Lamento si no es el mejor lugar. Pero la casa está tirada y apenas pedí que le dieran limpieza —dije al tiempo que movía su silla. —¿Cómo has estado? Te he echado de menos estos días.

Sonreí en cuanto estuve bajo sus brazos, era increíble lo bien que podía llegar a sentirme con el solo hecho de volver a verlo, aspire su perfume por unos segundos y me concentre en no perderme mucho en la situación, era irracional manera en la que estaba enamorada de Robert. No le di mucho tiempo a mi cerebro para que pensara en eso ya que segundos después sentí sus labios sobre los míos, aquellos labios que conocía tan bien y los cuales me encantaban con locura, me demore tal vez mas de lo necesario besándolo, y es que hace tanto que no lo veía que simplemente no quería alejarme ni un centímetro de su cuerpo. Me separe cuando sentí como la respiración me faltaba y sonreí entre jadeos intentado acompasar mi respiración una vez más.

Sonreí en cuanto lo escuche y supuse que ya lo habían reconocido, era extraño como a Rob siempre lo conocían rápidamente, bueno era algo complicado que su presencia fuera desapercibida en algún lugar. –Lo siento amor ya sabes que no soy buena con los horarios –me disculpe sonriéndole y me senté en cuanto me abrió la silla –gracias –murmure sentándome enfrente suyo.

Negué con la cabeza restándole importancia al asunto si era cierto que si nos reconocían seria un problema salir del lugar, sin embargo me había hecho tanta falta que cualquier lugar era perfecto para verme a su lado. Tome su mano por encima de la mesa y me encogí de hombros ante su pregunta, seriamente no había hecho mucho desde la ultima vez que nos habíamos visto.

-Todo bien amor, no he hecho mucho visite a mis padres hace poco y he estado escribiendo, tengo que terminar algo alguna vez –le dije sonriendo y recordando los bocetos de libros que tenia casi sin empezar, si quería ser escritora tenia que practicar mas a menudo. Acaricie el dorso de su mano con el pulgar y me acomode las gafas de sol –también te he extrañado muchísimo.

Note como algunas chicas a unas cuantas mesas de distancia se nos quedaban observando y supuse que habían sido quienes “casi raptaban” a mi novio, no me molestaba encontrarme con fans en algún lugar, pero ahora solo quería tener la compañía de Robert. Aparte la mirada intentando parecer lo mas normal posible y volví la vista hacia el menú que tenia en frente, se me apotecia un café caliente.

-¿Ya ordenaste amor? –pregunte levantando la mirada en busca de algún mesero que se acercara a nuestra mesa.